Castillo medieval

De chico tuve una gran pasión por el arquetipo del castillo medieval. En la escuela primaria con mis compañeros dibujábamos castillos medievales con sus situaciones típicas. En ellas, soldados salían a defender el ataque de su enemigo desde la parte superior de la muralla, disparando con arcos y flechas, arrojando piedras o librando batallas cuerpo a cuerpo valiéndose de sus espadas y escudos.

Se podían ver en esas imágenes que luego de dibujadas coloreábamos con detalle apasionado, algunos soldados medievales cayendo en el foso que anteponía a las murallas del castillo medieval , siendo devorados por cocodrilos. Sí, le agregábamos cocodrilos a la situación, éramos bastante dramáticos.

Por su parte, los atacantes se valían de catapultas y el rey y sus caballeros principales observaban a la distancia cómo se desarrollaba el ataque.

Y como suelen ser los niños, que alguno empieza a dibujar sobre una temática, y luego todos están dibujando sobre un castillo medieval.

Así recuerdo las primeras veces que les mostrábamos los dibujos a la maestra , cómo nos miraba como pensando “qué les pasa a estos niños que están dibujando castillos medievales y hombres asesinados por espadas y luego son devorados por cocodrilos”.

Castillos medievales

El tiempo fue pasando y recuerdo que la temática si bien fue variando, no dejó de apasionarme. Luego uno comenzó a dibujar sobre partidos de fútbol, y ahí estábamos todos, dejando de lado al castillo medieval para meter entre los caballeros y soldados que se lasceraban con espadas, a un loco bajito con un 10 en la camiseta que los regateaba a todos, un tal Diego Armando.

Pero me quedó la semilla de los castillos, me asombraba pensar en el coraje que debieron tener aquellos soldados para ir a guerras tan sanguinarias y morir de maneras tan horribles y por momentos, de lentas agonías.

También solíamos hablar que la forma en que era la vida en un castillo medieval; pensemos en que sus vidas transcurrían en los siglos XI, XII … y el frío que hacía en esa época era crudo, sumado a que vivían en los castillos sin vidrios de modo que si bien tenían fogatas para calentarse , el frío debía ser espantoso. Por supuesto que estamos hablando de personas privilegiadas que tenían acceso al castillo, imaginemos las que no podían ingresar y que , como se daba en algunos casos, tenían que dormir en situaciones realmente complicadas.

Pero los que si podían dormir en el interior del castillo, también usaban los perros a los pies de la cama para calentarse.

El castillo medieval y los juegos

Quizás inconscientemente, éramos también apasionados del ajedrez. Al principio no registraba que se trataba de un juego que involucra elementos del castillo. Pero con el tiempo, fui comprendiendo gracias a mirar una serie en que a un obispo le decían “bishop” cuya traducción es alfil también en el ajedrez, que estaban hablando de obispos, torres, caballeros, rey y reina, y los soldados o peones.  El peón limitado, pero fuerte en conjunto, siendo su unión la posibilidad de generar mucho daño. El caballero saltando y generando ataques imprevistos que junto con otro caballero, defendiéndose mutuamente, podían complicar severamente al enemigo. El obispo siempre influyente, con sus diagonales letales. La dama que casi todo lo puede, y el rey, al que hay que proteger porque si el cae, todo se termina.

Entonces se dio un momento en que jugaba al ajedrez, dibujaba un castillo medieval por día, y mi vida giraba en torno a estas pasiones.

El tiempo pasó y como cuando se ama algo intensamente, queda de alguna manera el sentimiento. Hoy sigo jugando al ajedrez, diría que es un hobby que tengo, y me siguen apasionando las series y películas que incluyan algún castillo medieval. Así como es de suponer, amé el señor de los Anillos, el Juego de Tronos, the Last Kingdom, Vikings, entre tantísimas.

De niño hubiera amado tener un castillo de Harry Potter o un castillo de lego.  Porque desarrollar la imaginación jugando es de las mejores cosas que le puede pasar a un niño.